Maestros

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lunes, 11 de octubre de 2010

"Nos tocó hacer reír"

Nando, en su excelente blog (http://cartoonando.blogspot.com/) , que mantiene al día todos los hechos que se van produciendo en el mundo de la historieta, nos brinda la posibilidad de descargar el catálogo sobre la muestra de humor gráfico e historieta argentina en Fránkfurt ("Nos tocó hacer reír"). Me he tomado el atrevimiento de indicar el link al final de esta entrada y de reproducir el prólogo de dicho catálogo. ¡No hay que perderse la posibilidad de descargarlo!

PROLOGO

Quienes recorran el Pabellón de la Argentina, País Invitado de Honor en esta edición de la Feria del Libro de Fráncfort, encontrarán que los contenidos centrales que articulan sus espacios – “el idioma de los argentinos” a través de una muestra exhaustiva y plural de autores y libros en diálogo con un mural sobre nuestra historia del Bicentenario, la Argentina de los derechos humanos, la inmigración, la ciencia y la innovación tecnológica, los monumentos y paisajes culturales de nuestro país- están atravesados por el hilo de la memoria, el mismo que transversaliza de una u otra manera las exposiciones que hemos organizado, en excelente conjunción con las instituciones culturales
más prestigiosas de Fráncfort, Berlín y Leipzig.
Cultura de la memoria, más acendrada en este año 2010 en que la República Argentina celebra el Bicentenario de la Revolución de Mayo.
“Políticas de la memoria” –como define el filósofo alemán Andreas Huyssen a las que están llevando adelante la Argentina y otros países desde comienzos del milenio– que “son el modo como la sociedades se responsabilizan por su historia”.
¿Por qué esta referencia casi obsesiva –si consideramos la totalidad de las muestras con que la Argentina da a conocer su identidad en Alemania- a la historia y la memoria, presentes en relación con el pasado inmediato, más reciente, en el catálogo que ilustra la exposición
“Nos tocó hacer reír” en el Museo de la Comunicación de Fráncfort?
Porque somos una democracia joven que, en la celebración de sus doscientos años, está intentando reinterpretar las voces y el patrimonio de nuestro pasado más originario y más cercano, hacernos cargo de nuestra historia e integrar a nuestra sociedad en un proyecto común,
el de Latinoamérica, y en diálogo con el mundo.
No hay identidad cultural sin memoria. Rescatar esa identidad cultural, nacional y latinoamericana, es condición necesaria para un proyecto consensuado, de cara al futuro.
En este sentido, nuestro Bicentenario como nación independiente se caracteriza por la vocación de integrarnos hacia adentro en el respeto por una diversidad cultural que está viva en nuestros monumentos y paisajes, desde la Puna o la selva misionera hasta la Patagonia, de la
majestad de los Andes hasta la pampa y la cuenca rioplatense, viva en el imaginario de nuestros artistas, escritores, músicos y humoristas.
Esta diversidad es uno de los rasgos más fuertes y ricos de nuestra identidad como nación, y se revela en las manifestaciones de nuestro federalismo.
Dejando atrás viejas antinomias, herencia y rémora de una visión eurocéntrica de nuestra cultura, queremos proyectar el país profundo y hacer del federalismo –uno de los ejes de la celebración política del Bicentenario- una realidad concreta.
Por eso, la exhibición de nuestra platería mostrará desde el patrimonio colonial –civil y religioso- de Salta y Córdoba hasta los lujos del gaucho bonaerense y las alhajas y utensilios de la cultura mapuche de la Patagonia.
De la misma manera, el arte de nuestros precursores se iluminará en contrapunto con las instalaciones y expresiones más variadas de los jóvenes artistas argentinos que hoy, como en el pasado, están triunfando en el país y en el mundo.
Esta mirada que rescata los orígenes para construir un proyecto más justo e inclusivo con miras al futuro nos lleva a revalorizar a nuestras culturas aborígenes, a las que se violentó y sometió al separarlas de su tierra, su lengua y sus creencias y a las que los nuevos dueños de la
tierra dieron la espalda en aquella Argentina de los constituyentes, donde “no había negros ni indios”, donde bajo el lema de “civilización o barbarie”, que subtitula el Facundo de Sarmiento “se pagaba en inglés y se hablaba en francés”.
Hace ya varias décadas el cubano Alejo Carpentier consideraba que hablar en Latinoamérica de la neutralidad de la cultura era impensable, tratándose del subcontinente más injusto en la distribución de la riqueza.
Por eso, las políticas de la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner tienen como constante la inclusión social, para que el acceso a los bienes de la educación y la cultura no sea un privilegio de algunos sino un derecho igualitario de todos.
Es esta voluntad inclusiva, de justicia, la que nos lleva también a tejer puentes con el exterior, a mostrarnos en este mundo xenófobo que ha derribado muros pero que sigue levantando otros, como una nación generosa, abierta a la inmigración, la que comenzó antes del Centenario y no ha cesado hasta el presente, inmigración que vino a la Argentina a “hacer la América”, pero también la de judíos, profesionales, editores y artistas cuyo exilio en nuestras tierras explica que Buenos Aires fuera entre 1920 y 1940 un centro internacional de las vanguardias culturales. También la de los hermanos países limítrofes que buscan hoy en nuestra tierra una mejor calidad de vida.
La cultura argentina es, gracias a todas estas influencias mencionadas anteriormente y a la dinámica que le otorga su propia historia como pueblo y Nación, profundamente creativa y crítica. Quizás esto se deba a una necesidad popular de agudizar la mirada y de encontrar reflexiones que sean, a la vez, lúdicas, ingeniosas, divertidas. Porque es el humor el que llega donde no llegan otras estrategias para resolver o señalar problemas sociales; y muchas veces es él el que constituye una de las mejores soluciones a la hora de buscar una expresión, una
manifestación identificatoria. Es el humor el que constituye identidad y una expresión aguda de inteligencia.
Argentina lo sabe perfectamente: el pueblo argentino se manifiesta cotidianamente por medio del humor. Bromas, ironías, historietas, caricaturas, son pintadas en la calle, impresas diariamente en los diarios y han sido seguidas día a día durante décadas por millones de
lectores que comparten sus códigos.
Ya desde los comienzos el humor gráfico fue, en nuestro país, una herramienta eficaz y poderosa de crítica social y popular. Tal llegó a ser su influencia, que muy en los principios de nuestra historia, alrededor de 1779, cuando todavía eramos colonia, se repartieron pasquines
con caricaturas de un poderoso funcionario. El por entonces Virrey Juan José de Vértiz, al saber esto inmediatamente dictó sentencia contra cuatro ciudadanos responsables.
Pero aún cuando la censura haya intentado matar al humor gráfico en distintas épocas de la historia argentina (pienso en el Virrey Vértiz y su tiempo pero pienso, sobre todo, en la dictadura militar y las violentas desapariciones de historietistas como Oesterheld, desaparecido
con sus cuatro hijas, guionista de la histórica El Eternauta; o la desaparición del dibujante Franco Venturi), en realidad nunca lo logró.
Siempre la creación patente en el humor gráfico también inventó formas de circulación nuevas (como durante la dictadura militar el desarrollo de la historieta under).
Diógenes Taborda, Quino, Roberto Fontanarrosa, Dante Quinterno, Guillermo Divito, Francisco Solano López, Antonio Breccia, Hugo Pratt, Manuel García Ferré, Crist, Sendra, Nik, Langer, Andrés Cascioli, José Muñoz, Maitena y Mordillo son sólo algunos de los dibujantes
y guionistas que marcaron la identidad argentina. Sus personajes, Mafalda, Patoruzú, El Eternauta, Anteojito, Misterix y las publicaciones en las que mostraban sus creaciones (Humor, Satiricón, Clarín, Tía Vicenta, Fierro, Página/12 y Billiken, entre muchas otras) forman
parte de nuestra memoria, nos constituyen.
La realización de esta muestra, junto a las otras tantas que estamos llevando a cabo en distintos puntos de Alemania, es otra forma más de poner toda esa memoria en acto, en especial la memoria del pasado más reciente.
¿Podríamos decir, tal vez, que el humor, en muchos momentos trágicos, sobre todo en las dictaduras militares y su permanente ruptura del devenir democrático, nos salvó de la muerte?
En alguna medida sí, porque ese humor generado en el exilio interior o exterior fue una filosa arma de lucha, una manera de no bajar los brazos ni rendirse, a través de la imagen y la palabra.
Por eso este homenaje a nuestros humoristas, a quienes “les tocó hacer reír”, porque la risa es una apuesta a la vida; hasta la ironía, que tantas veces nació del dolor y de la represión, fue una “verónica” sutil para confrontar la muerte.
Ese humor, con sus creadores y sus eternas criaturas, nos muestra cómo somos, nos constituye como argentinos y es un poderoso portador de identidad a nivel universal.
¡Ojalá quienes visiten esta muestra puedan vivenciarlo así!

Magdalena Faillace
Presidenta del Comité Organizador
Para la Feria del Libro de Fráncfort 2010.

Catálogo: https://www.yousendit.com/dl?phi_action=app/orchestrateDownload&rurl=https%253A%252F%252Fwww.yousendit.com%252Ftransfer.php%253Faction%253Dbatch_download%2526send_id%253D964082681%2526email%253D71b11549e620f4fa0b686f24ee56eb9d