Maestros

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sábado, 12 de mayo de 2012

Caloi: el artista y el amigo (I)

Fragmentos de lo expresado por sus colegas y amigos a través de distintos medios, más algunos de los dibujos que lo homenajearon:

"Más allá de todo lo que hizo con Clemente, desarrolló el interés en el dibujo animado. En su programa se conocieron públicamente cosas que nadie llegaría a darse cuenta, y que ahora están a disposición del público. Si no era por Caloi no se conocían esos genios de la animación" (Alfredo Sabat).

"Se pierde un pedazo de tu infancia y tu adolescencia con la muerte de Caloi. La caricatura es como esa compañía constante, que está todos los días, te saluda y te dice una tontería que se le ocurrió. Muchas veces te acostumbrás y no te das cuenta de que está ahí, pero te acompaña todos los días" (Liniers).

"Yo te saludo, pájaro burlón,
y en vos a todos los que, de atorrantes
aún tienen –porque tuvieron antes–
para toda la vida, el corazón"
(Juan Sasturain).

"Caloi perteneció a una generación que renovó el humor. Esa generación, en la que estaban Roberto Fontanarrosa, Les Luthiers, Jorge Guinzburg, Carlos Abrevaya, Alejandro Dolina, entre otros, explota a finales de los ’60 y principios de los ’70 con un humor muy inteligente. Yo me sentí totalmente identificado con ese humor. Caloi era inteligente, cómplice con el lector u oyente" (Rudy).

"Caloi fue un creador más en la larga cadena para embellecer nuestro arte popular. Su humor ha sido rebelde, melancólico, porteño, futbolero, hedonista y atorrante" (Rep).

"Con Caloi jugué años al básquet en Gimnasia y Esgrima, y su hijo estudió en mi escuela". "Se fue un pedazo mío, siento que se ha muerto una parte de mí" (Carlos Garaycochea).

"Era un tipo muy accesible, llano, simpático, así como lo veías en la televisión, en “Caloi en su tinta”, era así de piola (…) Me encanta la poesía que él le ponía a sus cuadros. Es así: Quino dotaba a sus dibujos de reflexión, Fontanarrosa manejaba como nadie el costumbrismo y Caloi ponía en práctica la poética del dibujo" (Chanti).

“Fue un historietista fundamental e inevitable, no sólo de Argentina sino del siglo XX. Además, era una gran persona, muy desprendido, nada pedante, ni amarrete con sus saberes y con todo lo que podía ayudar a sus colegas. Fue uno de los faros” (Max Aguirre).

"El negro tenía una inmensa virtud: fue el alma máter de la página de Clarín que revolucionó el humor en los diarios argentinos. El humor de él fue diferente. Además de ser popular, estaba hecho con elementos populares. Tomó cosas del común de la gente y con eso hizo un humor que era para el común de la gente. No tomó a lo popular como estúpido, sino como lo que es: una inminencia en lo cotidiano" (Sendra).