Maestros

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domingo, 13 de mayo de 2012

Primeros trabajos

En estos días pensaba en algo muy particular que suele suceder con humoristas como Caloi, Fontanarrosa y otros grandes: a diferencia de ciertos personajes de la tele, el deporte o la política, que están permanentemente en el candelero, los dibujantes pasan más desapercibidos, están ahí, no se habla mucho de ellos, sus historietas y sus dibujos en general se han hecho tan cotidianos, tan parte de cada día, que su lectura parece de lo más natural. Y sin embargo, cuando se producen estas noticias tan tristes, surge con una fuerza emocionante todo ese cariño que la gente tiene guardado dentro de sí por estos seres especiales y que termina siendo muy superior al brindado a aquella gente a la que nos referíamos al comienzo, y sin distinción de banderas ni ideologías de ninguna clase.
Qué cosa, no? Si dijésemos que por algo será, todos entenderíamos de qué se trata ese "algo".

Por todo esto, creo que sería muy bueno ir intercalando durante este mes distintos momentos de la obra de Caloi. Empezamos hoy con la etapa anterior a la llegada de Clemente:

Carlos Loiseau nació en Salta el 9 de noviembre de 1948, hijo de Luis Alfredo Loiseau y Juana Margarita Cáceres de Loizeau. Luego se trasladó con su familia a Adrogué. Estudió en el Colegio Nacional Buenos Aires y tuvo un muy breve paso por la Escuela de Bellas Artes de La Plata. Militó - en esos años de juventud - en el peronismo.
Comenzó a publicar sus dibujos en 1966 en Tía Vicenta, pero la aventura duró poco tiempo ya que la revista fue cerrada, decreto de Onganía mediante.
En 1968 llegó a Clarín. Pasó por Tío Landrú, Panorama, Primera Plana, Análisis, Adán, María Belén, Siete Días y Satiricón, entre otras.
En 1969 ilustró parte de un libro de Almendra, el grupo de Luis Alberto Spinetta de ese tiempo. El mismo año y hasta 1971 realizó la campaña de los cigarrilos "Parliament": sus dibujos aparecieron en diarios, revistas, afiches y cortos de tv.
En 1970 fue autor de un corto de dibujos animados: Las Invasiones Inglesas. Posiblemente de ese mismo año sea su coautoría en el guión del largometraje "Balada de don Quijano y Sancho Pinza".
Entre tanta actividad, se había casado con 19 años, separándose a los 21.
En este período se presentaron sus dos primeros libros, recopilación de algunos de sus trabajos:
El Libro largo de Caloi (1968) y Humor libre de Caloi (1972).
También el catálogo referido a "Parliament" (1970), además de ilustrar un curioso librito titulado "Como atender a su médico".

En definitiva, ya se van delineando en estos primeros tiempos de su obra varias de sus características y temas predilectos: la reflexión sobre la realidad político-social, los contratiempos en las relaciones de pareja, el barrio, el tango, el deporte, etc; muchas veces matizados con toques surrealistas, poéticos, melancólicos...

Las siguientes son imagenes pertenecientes a las obras mencionadas (salvo la indicada):

Su primer dibujo publicado (Tía Vicenta, 1966)

(Ediciones Hombre Nuevo, 1968)

(Catálogo Parliament, Benson & Hedges/Radiux Publicidad, 1970)

(Editorial Nueva Senda, 1972)

(CAEME, 1972)




El dibujo publicado en Tía Vicenta fue extraído del libro de Caloi "20 años no es nada" (Colección Grandes Humoristas Argentinos, Hyspamerica, 1988).

Caloi: el artista y el amigo (II)

"Tuve la posibilidad de conocerlo como persona, y me trataba de igual a igual. Conocerlo fue una experiencia muy buena y lo valoro en su totalidad como un referente, un maestro, un dibujante con compromiso social. Tengo una profunda admiración y agradecimiento hacia él. Les abrió el camino a muchos dibujantes. Fue tan importante porque trascendió la coyuntura. Creó un universo de personajes que se instalaron en el imaginario popular" (Claudio Kappel).

"Te daba todo lo que tenía, era familiero, peronista de la primera hora, defensor de esa definición popular: “nunca me metí en política, siempre fui peronista”. (…) Ahora andará por ese mundo de nubes hechas con muchas rayitas, barcos de papel que navegan los arroyos que corren junto al cordón de la vereda, o tal vez, en un submarino amarillo por el Mar Negro, negro de tinta china, por supuesto" (Crist).

"Pasa lo mismo que cuando murió Fontanarrosa; siempre vas a poder abrir sus libros y reírte. Dejar sonrisas es una herencia muy difícil de poder igualar" (Horacio Altuna).

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"Sufrió la censura en distintas ocasiones y con los años aprendió a gambetearla deslizando sutilmente sus ideas entre las viñetas. Pasa que –el lector disculpará la expresión– era un humorista del carajo. Uno que reflejó con inteligencia y agudeza la idiosincrasia argentina en general y porteña en particular, destacando rasgos y contradicciones. También fue difusor indispensable de la animación de autor, con su ciclo televisivo Caloi en su tinta, que lo convirtió en referente a nivel mundial y que hoy resulta clave para explicar la pervivencia de la disciplina en Argentina" (Andrés Valenzuela).

"Como comunicador desplegó un ejercicio de conexión notable con las clases populares y su obra sirvió para que los argentinos nos reconociéramos reflejados en ese espejo de papel que era la página de un diario. Es el mismo caso de Fontanarrosa, su amigo querido" (Carlos Nine).

"Caloi era un tipo muy querible. Las pocas veces que lo ví a lo largo de mi carrera fueron encuentros muy cálidos. Siempre me tiró buena onda desde que empecé. Él fue la primer persona que vi cuando eligieron a Nelly en la contratapa de Clarín y fue muy grato compartirlo con él. Desde el lugar de la historieta creó uno de los personajes más populares. Eso es indiscutible. Creó un código y un estilo muy propio de lo que es Buenos Aires y ser porteño. Rescato ese registro tan popular, indiscutiblemente popular. Clemente es sinónimo de Buenos Aires" (Sergio Langer).

Caloi es un referente fundamental en el humor argentino. Tiene “lo que hay que tener”: una mezcla de ternura y sabiduría inefable, esa filosofía que nos acerca la complejidad metafísica a lo cotidiano. Yo lo sigo desde siempre, y todavía en mi casa en Flores, en Buenos Aires conservo como tesoros “El libro largo de Caloi”, “Caloidoscopio I” y “Aquí me pongo a cantar”. Vivo en España pero lo sigo por Internet. Y cuando llego a Buenos Aires me zambullo para ver sus novedades. Caloi es leve, pero nunca “light,” ni banal. Como decía Italo Calvino: “la levedad es un atributo fundamental de la poesía” (Diana Raznovich).