Maestros

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domingo, 3 de marzo de 2013

Isidoro, porteño ganador...y perdedor


Cuando Patoruzú se hizo dueño y señor de la historieta humorística nacional, parecía todo dado - como ha ocurrido con otros personajes -  para que Isidoro pasase de estrella a un simple segundón o, peor aún, se fuese consumiendo hasta caer en el olvido.

Sin embargo, y aunque nunca alcanzó la popularidad del gran cacique, todo lo antedicho estuvo lejos de concretarse: desde comienzos de los 40, Isidoro recuperaba su propia tira (teniendo en cuenta a los "pre-Isidoros") en el mismísimo semanario del indio, libre de este y con su propia corte de personajes secundarios (a excepción del Coronel Cañones, quien acompañó a ambos con distinta frecuencia).

Aquel Isidoro todavía estaba lejos del porteño triunfador que conocimos a través de "Locuras de...", su propia revista. Por lo general, entre los años 40 y 60 sus avivadas solían terminar mal para él: lo que deseaba aparentar o el rédito de cualquier tipo que pretendía obtener mediante engaños se descubría y todo finalizaba con los castigos de su tío , el desprecio de las chicas, una buena paliza del matón de turno o muchas otras resoluciones similares. El gag donde el protagonista intenta sacar ventaja y después todo se le complica o le sale al revés era  común desde mucho tiempo antes y lo siguió siendo durante esa época: Calixto Campolargo, Maneco, Tóxico (junto a Biberón) y Tito Faldas son algunos ejemplos.

Sin embargo, lentamente, las ocasiones en que lograba terminar la historia con una sonrisa o saliéndose con la suya fueron en aumento. Hasta que a fines de los 60 (coincidentemente con  la aparición de la mencionada Locuras) ya era lo habitual verlo no solo como una figura ganadora, si no también como un referente para todos aquellos que lo acompañaban y que disfrutaban de sus audacias, entendidas así en aquellos años (aunque para la mirada actual se vean muy inocentes). Por supuesto, ciertos traspiés de tanto en tanto también seguía sufriendo.

En este grupo de imágenes - todas pertenecientes a la Patoruzú semanal - vamos a recorrer 35 años en los que se pueden apreciar los cambios en la moda y las costumbres o en la forma de expresarse, las virtudes que Isidoro consideraba importantes para conquistar a una chica, el mundo al que él aspiraba pertenecer y otras variables que están fuera de la mentalidad de hoy. Pero aquí estamos en el terreno de la fantasía y las situaciones que en otro tipo de análisis definiríamos como arcaicas, nosotros las podemos tomar como un elemento más para sonreírnos. Además, una curiosidad: Isidoro futbolista, a su manera, claro...
Las historias están alejadas de aspectos políticos, a pesar de que se trata de un período con mucha tela para cortar, y donde ya en su etapa final se estaba a las puertas de años muy duros. Tales circunstancias no se consideraban en la editorial Quinterno, y reflexionar sobre ello es tema para otra entrada muy diferente. En este caso nos encontramos ante el humor por el humor mismo, que tampoco es sencillo...

Por ahora, además de lo comentado, podemos apreciar cómo fue modificándose el aspecto físico del personaje o - dicho de otra manera - cómo cada dibujante (Quinterno, Lovato y el resto) le imprimió su sello particular.


 Patoruzú número 149 (1940)


 215 (1941)

 273 (1942)

345 (1944)


 392 (1945)


 634 (1949)

 800 (1953)

1098 (1958)


 1248 (1961)


 1610 (1968)


 1982 (1976)


1988 (1976)