Maestros

Maestros

jueves, 26 de noviembre de 2015

El Día de Fontanarrosa... (y de todos los humoristas)






Un 26 de noviembre de 1944 nacía Roberto Alfredo Fontanarrosa, el genial escritor y dibujante rosarino. 

Y hace 10 meses -el 25 de enero- quedaba oficializado el Día Nacional del Humorista, estableciéndose como fecha el nacimiento del autor de Inodoro Pereyra. Por lo tanto, hoy se festeja por primera vez.

Desde este blog, nuestro saludo y felicitaciones a los humoristas graficos y a todos los que nos hacen sonreir desde otros géneros u oficios.


Ver: http://sonrisasargentinas.blogspot.com.ar/2015/01/el-dia-del-humorista-y-fontanarrosa.html





martes, 24 de noviembre de 2015

Diego Parés presenta "Humor Petiso"



Facebook



Publicado desde hace casi cinco años en el diario La Nación, "Humor Petiso" se ha felizmente convertido en libro y será presentado este jueves 26, tal como indica la ilustración.
Diego Parés, su autor, es uno de nuestros mejores humoristas gráficos actuales, con una destacada y llamativa habilidad para incursionar en las más diversas temáticas y estilos. Desde el humor para niños hasta el más desenfadado grotesco, Diego muestra toda su capacidad tanto en el dibujo como en las ideas. Y entiende y transmite perfectamente el mundo actual.
Humor Petiso se suma a otros libros que han llegado a las librerías como: El Sr. y la Sra. Rispo (2), La esperanza fue lo último que se perdió, Monsterville (con guión de Jorh), 500 Dibujos, La monogamia del Sr. Rispo y otros  donde ha ilustrado ediciones infantiles, de juegos, de la colección "Para Principiantes", etc.  
Felicitaciones para un artista que conjuga talento con mucho trabajo (y viceversa).










 4 ejemplos (entre cientos) de Humor Petiso



 
La Voz



lunes, 23 de noviembre de 2015

Dos (muy) recientes notas a Liniers



El primer artículo pertenece al diario La Nación y fue publicado a principios de este mes. Está referido a la presentación del segundo y gigantesco tomo de Macanudo Universal
El segundo es el habitual reportaje -"En Terapia"- de José Eduardo Abadi para la revista Viva (en este caso, de ayer domingo 22).


El dibujante, durante la presentación. Foto:Santiago Filipuzzi 


UN universo no alcanza
 para contener a Macanudo
por Natalia Blanc LA NACION JUEVES 05 DE NOVIEMBRE DE 2015 


Liniers presentó el segundo volumen de Macanudo Universal, que reúne en "un libro grandote, hermoso y caro" -según explicó su creador- las tiras publicadas cada día en el diario



Liniers presentó ayer en la librería El Ateneo Grand Splendid su libro Macanudo Universal 2, que reúne las tiras de su entrañable personaje publicadas en Macanudo 6 al 10. 
De tapa dura y grandes dimensiones, es un libro objeto para leer, mirar y coleccionar. En 500 páginas le ofrece a los lectores lindas sorpresas como un poster desplegable con los personajes, historietas inéditas y fotos curiosas de tatuajes de Enriqueta, el gato Fellini y el monstruo Olga, enviadas por sus fans. 
"Quisimos hacer un libro grandote, hermoso y caro", dijo Liniers en el inicio de la presentación, que consistió en una entretenida charla de más de una hora con el público, cara a cara, sin intermediarios. 
Micrófono en mano y de excelente humor, el dibujante contó que este segundo volumen fue publicado por La Editorial Común, el sello independiente especializado en humor y novela gráfica que fundó con su mujer, Angie. 
El desafío, entonces, era alcanzar el nivel del primer Macanudo Universal, que editó De la Flor hace un tiempo. Con una gran sonrisa y mirada de satisfacción, Liniers dijo que están felices porque superaron el objetivo. "Ya somos una editorial madura", remató. Y es cierto: al recorrer las páginas se advierte el cuidado y arduo trabajo detrás de este enorme proyecto. 
Dedicado a sus hijas, Matilda, Clementina y Emma ("mis tres colores primarios"), el libro tiene prólogo de René Pérez Joglar, el cantante de Calle 13. También, selfies de Liniers con los dibujantes que admira: Art Spiegelman, Matt Groening, Quino, Alberto Montt son algunos de los 122 retratados. 



Liniers, explicando la génesis de su alter ego conejil


En la charla, el ilustrador habló de sus influencias en el género y contó que comenzó a dibujarse a sí mismo como un conejo inspirado en dibujos de Spiegelman y Groening:
"Tomé las orejas de un personaje de Groening anterior a Los Simpson y parte de la cara de un ratón de Maus, de Spiegelman, le puse anteojos y listo", reveló entre risas. 
Hubo muchas otras anécdotas. Como, por ejemplo, sus inicios en un medio gráfico con la tira Bonjour y el nacimiento de Macanudo, que publica todos los días en La Nación:
"Quería hacer un personaje optimista porque estábamos en una época oscura del país (2002), en plena crisis, y también quería rebelarme contra el humor fácil, ese que se burla del otro y se hace el canchero. Así nació Macanudo". 
Cuando comenzaron las preguntas del público, un chico quiso saber con cuál de sus personajes le gustaría trabajar:
"Con Olga seguro que no porque es un bicho peludo que sólo dice Olga, Olga". 
Después de la charla, Liniers firmó ejemplares del libro. Uno por uno: dibujo y dedicatoria especial para cada lector. Y selfie, claro.



"LA FAMA es una enfermedad, 
pero todos quieren tenerla"
 Clarin.com • Viva • 22/11/15

En Terapia con José Eduardo Abadi

Fotos de Ariel Grinberg

Un creador: De pibe más que tímido a protagonista de la escena, se volvió notorio como dibujante, con su tira Macanudo. De allí saltó a pararse frente al público junto con Kevin Johansen. Superó inhibiciones, fundó una editorial y ahora está convencido de que hará todo lo que disfruta. 




Te conocen como Liniers, el dibujante, pero te volcaste hacia más campos. ¿Cómo definirías a qué te dedicás? 
Siempre traté de no definirme porque si digo dibujante, me pregunto si no puedo ser nada más. Diría que soy alguien que trata de hacer lo que le gusta. Dentro de ese marco sí me defino, y subrayo el “trata”. A veces, sale; otras, no. 

Inventás situaciones y las trasladás a distintas formas de expresión. ¿Cómo llegaste a esta tarea? 
Es raro. En algunos momentos hay quienes te van proponiendo el trabajo que tenés que hacer. A veces, en cambio, procedés por intuición. Sobre todo cuando te gustan las historietas.

¿Desde chiquito te gustan?
Claro. Yo empecé a leer con Mafalda. Siempre subrayo que no hay que subestimar los libros que se les da a los chicos. Los libros de grandes y los libros de chicos son iguales: hay buenos y porquerías. Mafalda no te enseña a portarte bien, sino a cuestionar.

El cuestionamiento que surge de la pregunta.
Y los porqués. No debería acabarse la edad de los porqués. No estamos mucho acá, no creo que venga alguien y diga: “Listo, ya sé todo. Se acabó el porqué ”.

Tu trabajo tiene la curiosidad, la sorpresa y lo inédito. 
Yo me siento a dibujar la tira para ver qué va a salir. Yo no sé con qué me voy a encontrar y qué se me va a ocurrir: me entero cuando me siento a dibujar.

Te sorprendés con lo que aparece. 
Arranca así. Me aburre si algo de lo que aparece en esa tira no me toma de sorpresa. No me divierte hacer el trabajo físico de dibujar. Tenemos la idea de que es un ratito, diez minutos o media hora, pero después estás dibujando tres horas la tira; horas en la que no ves nada raro. Y no es que toda la tira tiene que ser increíble, pero algún factor tiene que llevar a decir: “Esto es raro, no se me había ocurrido. Lo voy a dibujar”. 

¿Surge mientras lo dibujás? 
Sí. Con el lápiz tiro pruebas con algún personaje. Si ves que ese personaje ese día no está muy generoso, vas para otro lado. Puede pasar que encendés la tevé, ves algo feo y querés contarlo. Otras veces, hago chistes para que la gente no se enoje tanto conmigo. 

Tu método consiste en que la mano, al principio, va siendo dirigida por el dibujo. Y, de repente, éste se te impone y va dirigiendo a tu mano. 
Y así se arma mucho de lo que hago. Eso es lo que le da funcionamiento a la tira. Hay muchos personajes que van apareciendo y, de entrada, no sé qué son. Los voy haciendo, pero no sé si durarán dos tiras o siempre.

¿Te llevás bien con los personajes? 
Sí. Hice el intento de dibujar políticos en Macanudo, que están en mi libro Macanudo Universal 2, que acabo de publicar. En 2002, aproximadamente, había hecho una serie de tiras con los políticos como niños: estaban De la Rúa, Menem, Duhalde y más y no se hacían cargo de que habían roto una lámpara. Descubrí que me caen mal hasta de niños y que no los quiero dibujar más (risas). Hay humor político enMacanudo, pero no está apuntado a nadie. 

Es una posición frente a la política. 
Sí. Hay muchas cosas puntuales en las que querés marcar posición y lo hacés en la tira. Pero no me interesa hacer chistes de los políticos. No me interesa votar por ellos, imaginate.

A Mafalda la tomás como motivo de inspiración y como descubrimiento profesional. ¿Tenés otro referente? 
Mafalda te hace ser mejor persona. Quino está, para mí, en el mismo lugar que Chaplin o que Lennon. Son tipos que no te van a volver más culto si los leés o los escuchás, pero sí vas a ser un 0,7 por ciento mejor. Ellos, además de hacerte bailar, te dicen que se puede cambiar el mundo con el arte. Es pretencioso: no creo que se pueda cambiar el mundo, pero sí un granito. Los que sí cambiaron el mundo fueron The Beatles: hicieron que el planeta pensara de una manera cosas que ya se sabían. Lo dijeron igual, pero nos hacían bailar. El arte va por otro lado. Para que algo sea interesante, tenés que romper algunas reglas: si las seguís, sos un bodrio. 

¿Tu familia tenía este código? 
Tuve mucha suerte. Mi vieja fue de todo: hubo una época en que pintaba cuadritos, también escribió cuentos que publicaba en una editorial de libros. Cuando los leés, se entiende todo y decís: “Ahora entiendo la locura de este otro”. Mi viejo es abogado. Era un tanto conservador en cuanto al estudio. 

La famosa seguridad... 
De algo tenés que vivir. Yo empecé estudiando Derecho, pero no me gustaba. 

¿Y eras consciente de eso? 
Sí. Pero era malo para Matemáticas, la sangre me da impresión y en mi cabeza quedaban dos o tres carreras más. Las historietas estaban muy lejos de la cabeza de mis padres, obviamente. 

¿De la tuya también? 
Siempre dibujé en el colegio, pero no se me hubiese pasado nunca por la cabeza que podía estar acá. Quino y Fontanarrosa eran como abstracciones, no eran seres humanos. Estos dibujos existían por sí mismos. No se me pasaba por la cabeza que uno podía sentarse y trabajar de eso. Mis viejos, por un lado, me daban esa cosa de que tenía que vivir y tener una carrera normal. Y, por otro lado, se obsesionaban con la cultura y con el arte. Esa obsesión por la cultura se coló en mi vida. 

¿Eras un pibe de tener muchos amigos y de compartir historietas?
 Era hipertímido, muy antisocial: me sentaba a dibujar en el colegio cuando todos los chicos jugaban al fútbol o a la mancha. Yo era muy malo con el fútbol. 

Había un refugio. 
Exactamente, eso está en común en casi todos los dibujantes. 

Tenías pocos amigos íntimos.
Siempre había tres o cuatro aparatos conmigo y, juntos, dibujábamos. Seguíamos mucho a Steven Spielberg. 





¿Cuándo se disolvió esa timidez?
Creo que en el transcurso de los 20 años. Cuando yo empecé a publicar en Página/12 me daba mucha vergüenza porque me cruzaba con tipos que yo leía en los libros. Iba medio aterrorizado y me sentía como un bicho raro . 

A prueba.
Exactamente. Pero me obligaba a bajar la pared. Lo mismo pasó cuando publiqué Macanudo. No podía ser que, por timidez, no presentara libros e hiciera una carrera de historietista. Después, mi amigo Kevin Johansen me dijo: “Subite al escenario, va a ser divertido”. Yo, de nuevo, subí medio tímido... y ahí se fue todo a la mierda. (risas) 

¿Qué edad tenías? 
Lo de Kevin empezó a mis 30 y poquito más. Comencé hace seis o siete años. Es muy lindo sacarse de encima la timidez.

¿Cómo surgió Macanudo? 
Había hecho una tira en Página/12 que se llamaba Bonjour. Tal vez, lo más cerca de lo que hacía yo es lo de Miguel Rep. No quería hacer un personaje y quedarme atado a él, ni quedarme atado a un sólo tipo de humor. Esa es la frustración de los dibujantes de personajes. Uno diría: “Te cansaste de Mafalda”. Y no: creo que se cansó del humor deMafalda. 

¿A qué edad te casaste?
 Me casé con Angie a los 27.

¿Tu primera novia? 
Sí. Bah, mentira. Me rompieron el corazón un par de veces y, después, sí. Eso es obligatorio para cualquier artista. 

Para cualquier ser humano. 
Sí. Pero no hay nada más siniestro que un ganador (risas). Eramos novios desde hacía tiempo, nos casamos y ahora tenemos tres hijas. Es la compañera perfecta: estaba ahí, hecha a medida. 

¿Cuál es la edad de tus hijas? 
Tienen 7, 5 y 2. 

¿Se involucran con tus dibujos? 
Sí, y viceversa: les robo mucho. Porque tener tres chiquitas de esas edades es como vivir con Chaplin, con Luis Buñuel y con Buster Keaton, que son genios de la comedia, del surrealismo y de la belleza. Es toda una pequeña obra de teatro constante alrededor tuyo. 



 


¿Vos te llevás bien con el éxito? 
Todas las partes de la vida en las que me haya ido bien me encantan. La más pavota de todas es ser famoso. Si pudiese evitar ser famoso y tener todo lo demás... Me parece una de las cosas más sobrevaloradas que hay. Es como una enfermedad, pero todos quieren tenerla. 

Qué presente que está tu espíritu de vida: buscar, hacer movimiento.
Y sí. Por ejemplo, tenemos una editorial con mi mujer. Yo publicaba con De la Flor y sentía que había llegado al Barcelona porque ahí estaban Fontanarrosa, Quino y muchos más. Después, con Angie empecé a viajar con las historietas y empecé a ver algo que me daba una sensación muy siniestra: muchos autores argentinos publican sus libros en Europa. Tipos que son admirados y famosos en Europa, que los mencionás acá y no los conoce nadie. Cuando vimos esto, con Angie dijimos que íbamos a tratar de hacer una editorial: Editorial Común. 

¿Una situación traumática tuya? 
Esa timidez que fue mi enemigo. Lo que te va cagando la vida sin darte cuenta. Por ahí pensaba que todo el mundo era igual. Me acuerdo perfecto del primer día de clase de primer grado: llegué a un patio enorme lleno de chicos. Los miraba y estaba seguro de que todos sabían qué tenían que hacer, todos menos yo.

Pasó el tiempo y hacés lo que querés. ¿Hay un deseo pendiente?
Mi techo era un laburo en un diario: así tenía guita todos los meses y les podía decir a mis viejos: “¡Ves que trabajo!”. Laburo en un diario, publiqué en De La Flor y conocí a Quino: las tres cosas que quería. Me dabas eso y firmaba con el Diablo. Lo que aparece, lo agarro y lo disfruto, como los recitales con Kevin Johansen. Nos hicimos amigos, pero eran dos mundos que no se tocaban. Kevin me inivitó al escenario. Lo hice: subí, como diciendo “prefiero fracasar públicamente y humillarme en vivo ante miles de personas, que quedarme en casa pensando en qué hubiese pasado”. Me divierto en los recitales, me hago el payaso y tengo humor autodestructivo.

Como Woody Allen...
Sí, bailaba, haciéndome el payaso, en el escenario, y pensaba que Quino no hacía eso. ¿No se supone que debía ser serio? Y pensé que no me senté a dibujar para ser Quino. Si disfruto de algo, lo hago. 

Exactamente. Además, sos vos.
Ahí aflojé y seguí bailando. 

















domingo, 22 de noviembre de 2015

Gonzalo Colombres y su querido abuelo Landrú



 Facebook Landrú



Gonzalo Colombres reflexiona con afecto y admiración sobre la personalidad y la obra de  su abuelo Juan Carlos, maestro del humor politico argentino. Subimos el siguiente video (realizado por DyN y titulado "La obra de Landrú, un resumen del humor político argentino") para compartir en este día de fiesta para la Democracia
Además, la Fundación Landrú está a punto de cumplir su primer año de vida. Nuestras felicitaciones desde este humilde blog.



DyN


Visitar:

http://www.landru.org/blog/tag/fundacion-landru/

https://www.facebook.com/porLandru/



Facebook Landrú





sábado, 21 de noviembre de 2015

El detalle (II): Sarrasqueta, de Manuel Redondo





Si en el caso anterior un mal registro no nos ayudaba a valorizar cada situación, aquí el texto merecería ser leído con un tamaño de tipografía mayor. Don Goyo Sarrasqueta y Obes, con sus ojos tristes, su sonrisa lúgubre o su rostro preocupado que no luce su destacada dentadura, muestra escasa movilidad y parece casi siempre estar "posando para la foto". En cambio, cada viñeta encierra un pequeño mundo donde la escenografía se modifica constantemente dándole así dinamismo a la imagen. Ahora sí vale la pena detenerse en cada detalle, justificando este despiece historietístico.
Manuel Redondo presentó esta breve desventura de su personaje en el número 1024 de Caras y Caretas, correspondiente al 18 de mayo de 1918.


































jueves, 19 de noviembre de 2015

El detalle (I): Arturo Lanteri






Arturo Romeo Lanteri (1891-1975), creador de Las Aventuras del Negro Raúl, Las Diabluras de Tijereta y Las Aventuras de Don Pancho Talero, publicaba habitualmente sus dibujos en la revista Caras y Caretas allá en la década del '20 del siglo pasado.
La siguiente ilustración corresponde al número 1186 del 25 de junio de 1921 y la tituló "De la vida teatral: El escenario del Colón durante un intervalo". Como ha ocurrido anteriormente en este blog, se trata de una de esas obras que merece observarse en detalle para impedir que el todo (bien organizado, por supuesto) no se "coma" cada mini acción. Más aún aquí, por tratarse por un formato chico y donde además el inconveniente de un registro inexacto de los colores le quita en parte esa claridad tan necesaria. 
No es más que un juego, pero merece destacarse por separado cada elemento de un trabajo que, con seguridad, le habrá llevado a su autor varias horas de labor.


























lunes, 16 de noviembre de 2015

El coleccionista




 Osvaldo Laino (detalle)




Dos miradas al mundo del coleccionista, personaje particular y apasionado, siempre dispuesto a investigar y a aprender: La primera, un documental que -aunque no incluye especialistas dedicados a las revistas de historietas- muestra ese espíritu perfectamente análogo. Después, va la entrevista a Toni Torres, hacedor del Club del Cómic de Buenos Aires y uno de los coleccionistas argentinos más importantes. Para complementar, impagable ilustración del gran Osvaldo Laino (subida a su Facebook hace poco tiempo).





















martes, 3 de noviembre de 2015

Patoruzito y las razones de Dante Quinterno





Durante el mes de junio de 2012 me propuse armar un grupo de entradas relacionadas con los comienzos de Patoruzito. En realidad, más allá de que el famoso caciquito sea una idea original de Dante Quinterno, apunté a recordar a sus autores en el día a día de la cocina de sus aventuras: Mirco Repetto y Tulio Lovato. Sin embargo, no pudo quedar fuera del tema la -a esta altura algo reiterada- incógnita sobre si Patoruzú y Patoruzito son o no la misma persona. Por ese entonces escribí:

Sin embargo, el tema más importante entre los coleccionistas se refiere al consabido hecho de quién es Patoruzito en relación a Patoruzú. Una serie de situaciones contradictorias complica las cosas: El indiecito es originario de la Patagonia pero sus historias suceden en la misma época que las de Patoruzú. A la vez, como dijimos, Cañones es más joven y Pampero un potrillo, pero la Chacha parece tener la misma edad que en sus andanzas con el indio mayor. En tanto, con el último ya no aparecerán Chiquizuel y su nieto.
Diego Accorsi nos dice:“Dante Quinterno no quería contar la infancia del indio, sino traspasar el concepto a un nuevo personaje, más infantil, más inocente (…) para lograr aventuras más frescas y divertidas. Y lo logró.”
Esta idea es la que parece imponerse. Me atrevo a agregar que aún en el caso de que todos los co-protagonistas tuviesen la edad adecuada y la época las características correspondientes a los años en que transcurrió la hipotética infancia de Patoruzú, igualmente se haría difícil creer que se trata del mismo cacique: el carácter y la inteligencia de Patoruzito no se condice con la personalidad del adulto, sobre todo si esta comparación se realiza con el Patoruzú de los años 20 o 30…
En cambio, Isidorito se acerca más a lo que podría haber sido Isidoro en su niñez (...). (1)


Publicidad en el semanario Patoruzú 417, poco tiempo antes 
de la aparición del indiecito (Blog Patoruzista, de Sergio Maganás)



Ahora, repasando las páginas de La Historieta Argentina - Una Historia, Judith Gociol y Diego Rosemberg nos dicen, refiriéndose a las Correrías, pero en definitiva los pequeños personajes:
(...) Una revista enteramente dedicada a las aventuras de Patoruzú e Isidoro en la infancia. Escrita por Mirco Repetto y dibujada por Quinterno (2), esta prehistoria del indio y su padrino no encaja con la versión de los personajes ya adultos

En base a esto citan a Fernando García y Hernán Ostuni, quienes en el catálogo del Museo de Motivos Argentinos José Hernández titulado "La historia de la historieta gauchesca" (1992), señalan:
El primer número de las Correrías narra el encuentro de Patoruzito con Isidorito, porteño enviciado por la ciudad pero de buen corazón. Este hecho descalifica el encuentro de Patoruzú con Isidoro en el circo, dado por original en las páginas de Patoruzú número 1. 

Aquel encuentro de los niños se publica por primera vez en el semanario Patoruzito Nº 1 de 1945...


 
Primera aparición del indio: El encuentro con Don Gil Contento en el diario Crítica del 19 de octubre de 1928 (izq.).
Segunda aparición: Esta vez ante Julián de Montepío -antecesor de Isidoro- (der.). 
Corresponde al diario La Razón del 27 de septiembre de 1930. 


En el primer número de Patoruzú, el indio e Isidoro 
se ven en el circo, aunque ya se conocían con anterioridad...

Patoruzito e Isidorito se conocen en la Patagonia. 
(semanario Patoruzito número 1, 11 de octubre de 1945)


La mirada comienza a modificarse cuando Miguel Dao nos señala que esta aparente contradicción tiene sus motivos. Transcribo algunos fragmentos de su artículo títulado "El nacimiento de Patoruzito", publicado el 27 de julio de 2008 en su blog (3):
(...) Así, reservando para Patoruzú las tiras clásicas de Quinterno (...), surge el semanario Patoruzito, que recoge el resto de la gama historietística. Pero que, además, la amplía brillantemente.
(...) Quinterno tenía clarísimo que las dos publicaciones debían estar íntimamente vinculadas. El público adulto de Patoruzú, sería el mismo que comprase Patoruzito para sus hijos (y de paso, también la leería). Entonces, como el personaje que necesariamente debía dar título a la revista -en función de la conexión de ambas publicaciones- no existía, se lo creó. Su autor intelectual lo describe así en el número 1 de la revista (11/10/1945): "Se trata de las aventuras de Patoruzito, personaje de extraordinaria sugestión y simpatía, creado especialmente para este semanario y semblanza de un período desconocido en la vida del popular indio Patoruzú: ¡su infancia!"


 Páginas 5 y 6 de Patoruzito número 1 
(Escaneos de Sergio Maganás)



Detalle


Tras resaltar los méritos de la dupla Lovato-Repetto y las diversas reformulaciones aplicadas en Patoruzú, Dao continúa: (...) Se evidencia así, en Quinterno, una profunda preocupación por la coherencia de sus criaturas. Pero desde la estructura profunda que las contenía, no desde el apego a un elemental concepto de verosimilitud, inaplicable, por otra parte, a un género de por sí poco verosímil, como la historieta.
Y luego de referirse al que denomina antagonismo complementario entre Patoruzú e Isidoro, expresa: Con estos antecedentes, resulta absolutamente comprensible que Quinterno, a la hora de diseñar la estructura de Patoruzito, no haya optado por un concepto de verosímil que respetase la historia anterior de los personajes. Hacerlo hubiera significado quitarle al nuevo personaje nada menos que su opuesto complementario. Quinterno había comprendido mucho tiempo antes que el indio -adulto o pequeño- debía tenerlo para que funcionara.


Portada de Patoruzito número 1
 (Escaneo de Hernán Schneider)


Continúa Miguel: 

(...) Otro elemento que divide las aguas temporales entre la versión infantil y la original, aunque indirectamente, radica en que Patoruzú se queda en la ciudad, y Patoruzito en la Patagonia (durante un muy largo período), de modo que sus vidas no se superpongan. Se han cuestionado detalles menores, supuestamente inverosímiles, en cuanto al transcurso del tiempo, como las fisonomías invariables de la Chacha y Ñancul. No creo que tengan ninguna relevancia, pero se podría argumentar que la gente de campo, a diferencia de la de la ciudad, envejece de una vez y para siempre. Y también que el lapso que va de Patoruzito a Patoruzú no es tan grande como para merecer que todo el mundo evidencie grandes cambios. Quinterno, en los inicios del indio, lo sitúa cumpliendo la mayoría de edad, mientras que a su versión infantil se la puede situar entre los ocho y diez años. Pero repito: estas objeciones obedecen a un criterio de verosimilitud que no es el que le preocupaba a Quinterno (...).
En cambio, hay cuestiones interesantes que se plantean en relación al aspecto físico y las características de personalidad de Patoruzito, en disimilitud con las de su precedente adulto. Mientras que se puede imaginar sin ripios el tránsito por la adolescencia de Isidoro Cañones, resulta mucho más difícil entender cómo un indiecito bello y sagaz, se convierte en un joven feo y con una ingenuidad rayana en la estupidez. Si por un momento aceptáramos el paradigma que la historieta (cómica, en el caso) debe responder a modelos de “realidad” y guardar “coherencia” en sus formulaciones, se podría argumentar que no se comprueba que el niño tenga necesariamente que anticipar al adulto. Muchos han sufrido la misma transformación que Patoruzito. Y otros, como en mi caso, la inversa. 
Pero sí dejamos de lado lugares comunes de dudosa lógica, y también, por supuesto, el prejuicio de que se diseñó al personaje desde el descuido de los detalles, aparece una pregunta que sí merece ensayo de respuesta... Por qué Quinterno, teniendo ya al hombre diseñado, decidió que el niño cercano no debía prefigurarlo tanto, salvo en lo que hace a nobleza y valentía? Hubiera sido más fácil y menos arriesgado diseñar un Patoruzito que se correspondiese con la imagen ya instalada de su versión adulta. Opino que, nuevamente, la cuestión pasa por una cuestión de verosímil, según el concepto profundo que de éste tenía el autor. Las hazañas físicas de Patoruzú no resultarían creíbles en Patoruzito. Entonces, había que compensarlas, y el remedio fue su sagacidad detectivesca. Pero eso le haría perder la simpatía que trasuntaba la ingenuidad del indio adulto. Se la suplió con el dibujo...


Al momento que subí las entradas sobre Patoruzito, desconocía ese breve texto aparecido en las páginas 5 y 6 del primer número. Ante tamaña evidencia y afirmación, está claro que el pequeño y el gran cacique son una misma persona. Para mí, entonces, resultó insoslayable el agregado -algo tardío-de esta entrada. Después, Dao reflexiona sobre tal decisión y justifica esas (reales o estudiadas) "incoherencias", según los criterios del creador de la historieta, y señalando que -en definitiva- se trata de un género que de por sí es poco verosímil, o que al menos no tiene la obligación de serlo. 
En base a ellas, podríamos concluir que la imaginación y la visión comercial de Dante Quinterno tuvieron razones -y lógicas- que la razón no entiende, pero que a él y a su empresa le dieron magníficos resultados. Mientras tanto, a lo largo de tantas décadas, los lectores se hicieron menos preguntas y simplemente disfrutaron de las aventuras del inteligente caciquito.




Bibliografía:

-Gociol, Judith y Rosemberg, Diego: La Historieta Argentina - Una Historia. Ediciones de la Flor - Buenos Aires, 2000.
-Ostuni, Hernán, García Fernando, Ferreiro, Andrés, Formosa, Mario, Rodriguez Van Rousselt: Patoruzú - Vera historia no oficial del grande y famoso cacique tehuelche. Ediciones La Bañadera del Comic. Buenos Aires, 2001.

(1) Las 3 entradas, aquí:

http://sonrisasargentinas.blogspot.com.ar/2012/06/patoruzito-primera-historia.html
http://sonrisasargentinas.blogspot.com.ar/2012/06/patoruzito-primera-historia-ii-mirco.html
http://sonrisasargentinas.blogspot.com.ar/2012/06/patoruzito-primera-historia-la.html

(2): En realidad, los episodios de Correrías fueron dibujados por Tulio Lovato (reediciones), más los aportes de Ferro y -cuando se trata de aventuras inéditas- por otros ilustradores de difícil identificación (Fuente: Miguel Dao).

(3) Ver el artículo completo de Miguel Dao

http://historietas---cine---teatro-por-dao.blogspot.com.ar/2008/07/el-nacimiento-de-patoruzito.html